Las playas de La Graciosa son uno de los atractivos más singulares de la isla. En los años 60 se planteó convertir la isla en un complejo turístico con grandes hoteles; afortunadamente el proyecto cayó en el olvido, y la isla recibió protección integral como reserva marina y natural, lo que ha permitido que sus playas vírgenes se hayan mantenido inalteradas en pleno siglo XXI. Pocas islas europeas pueden presumir de contar con varias playas paradisíacas, sin un solo edificio a la vista; de hecho es posible que La Graciosa sea la única entre las habitadas.
Playa de las Conchas
La playa de Las Conchas es la más espectacular de La Graciosa. Situada al norte de la isla, bajo la imponente Montaña Bermeja, es un lugar idílico desde el que se ven los islotes de Montaña Clara, Alegranza y los Roques del Este y Oeste. El contraste de colores es mágico: la arena dorada, el agua turquesa con infinidad de matices azules, la espuma blanca reluciente, la montaña roja con tímida vegetación verdosa, un muro de rocas negras brillantes, y todo bajo un limpio cielo azul, iluminando por un sol que no falta a su cita con el visitante.
Importante: playa no recomendada para el baño. Ningún bañista debería aventurarse más allá de la orilla; si viaja con niños no les quite ojo de encima.
- Longitud: 610 m.
- Servicios: la playa no cuenta con servicios.
- Situada en un paraje rústico y aislado, al que se accede a pie o en bicicleta.
Playa de El Salado
El Salado es la playa más cercana a Caleta del Sebo. El Risco de Famara ofrece una paronámica realmente espectacular. Las aguas del Río alcazan la orilla de la playa y la arena blanca parece no terminarse nunca entre dunas y pequeños senderos.
- Longitud: 1.800 m.
- Servicios: zona de camping, aseos públicos, duchas, papeleras, limpieza de playa.
- Situada en un paraje rústico y aislado, al que se accede a pie o en bici.
Playa de la Lambra
La playa de la Lambra está situada al este de Pedro Barba, la segunda localidad de la isla. Se trata de un lugar salvaje, muy poco frecuentado, donde el visitante disfruta de la naturaleza en su estado más virgen. Las dunas de arena blanca rodean la playa y las olas acarician las rocas negras de la costa. Un poco más al norte nos encontramos con un fenómeno natural de gran valor paisajístico: los Arcos. Aquí, la línea de costa volcánica da forma a unos caprichosos y sorprendentes arcos naturales de piedra basáltica de varios metros de altura. Bajo ellos, el mar suele romper con fuerza y cangrejos y lapas campan a sus anchas bajo el murmullo de las mareas.
- Longitud: 600 m.
- Servicios: la playa no ofrece ningún servicio.
- Acceso: solo se puede acceder a pie o en bicicleta.
Playa de la Cocina
Al oeste de la isla está Montaña Amarilla, que recibe este nombre debido al color amarillento de los materiales calcáreos que la componen. A sus pies se extiende la Bahía de la Cocina, un lugar de ensueño flanqueado por esta original montaña, el agua turquesa y tranquila y, al otro lado, Lanzarote con su espectacular Risco de Famara.
- Longitud: 360 m.
- Servicios: ninguno.
- Situada en un paraje rústico y aislado, al que se accede a pie o en bici.
Playa de la Francesa
Bordeando la isla desde Caleta del Sebo, después de Montaña Amarilla, nos encontramos con la extensa Playa de La Francesa. Cuando la marea sube, se inunda la playa, formándose una agradable laguna.
- Longitud: 435 m.
- Servicios: la playa carece de servicios.
- Situada en un paraje rústico y aislado, al que se accede a pie o en bicicleta.